Alain Prost en foco

ALAIN PROST VS AYRTON SENNA
por Maximiliano Catania/FUNO
Buenos Aires (AR), 14 Ago 2005

Una de las contiendas más vibrantes de la categoría reina. El odio mutuo y el deseo imperante de competir. Los momentos más importantes de la rivalidad. El respeto, antes y después. Una fascinante historia.

El primer diálogo mantenido entre Alain Marie Pascal Prost y Ayrton Senna da Silva fue en la primavera europea de 1984; todo gracias a una gestión de Gerd Kremer (encargado de Mercedes-Benz AG de aquella hora).

La escena se desarrolló inicialmente en el Aeropuerto de Francfort (Alemania Occidental). "Alain, te invito a que alcances a Ayrton al Nürburg para la reinauguración del trazado", dijo Kremer. Prost asintió, y enseguida Senna tendió su mano para saludarle. "How do you do?", preguntó alguien, rompiendo el hielo. La charla comenzó a tomar el calor de la informalidad de dos cofrades del mundo de la velocidad. Pronto vinieron los chistes y los nombres conocidos en común, al paso que Prost obraba de guía por los caminos teutones, rumbo al histórico autódromo. Rayando la exhibición-carrera de Mercedes de calle, el cronómetro generó las primeras grietas, ubicando al francés en la pole y al brasileño en segundo lugar. Aquel 12 de mayo, el Profesor se vería relegado por un incidente en el inicio, capitalizando Ayrton - a la sazón - la vanguardia, la victoria y el envidiable M-B 190E de premio...

Un mes después volverían a verse las facies en el podio de Monte Carlo, flanqueados por el Príncipe Rainiero y resguardados todos bajo unos paraguas suministrados por los organizadores del Grand Prix de Mónaco. La carrera se había suspendido por el carácter pluvial que había adquirido. Se recuerda que Prost (McLaren) - ganador - hablaba con la Realeza tras oír los acordes del himno galo; el lurte de agua desde el cielo plomizo, apaciguaba entonces. Senna (Toleman), con su juvenil rostro, se erigía como vencedor moral (concluía 2°) al comando de un vetusto medio mecánico. El paulista - con total humildad - ni bien observó que la pompa había abandonado el Palco Real, consultó si podía irse retirando. Después vendría lo que el folklore pregona, más leña al fuego: que Jacky Ickx - director de la prueba - paró todo para beneficiar a un diezmado Prost, y mil cosas más...

El tiempo había hecho lo suyo, y Prost iniciaba 1988 con el mote de bicampeón. Senna había capitalizado las enseñanzas de la Escuela de Lotus. Ron Dennis los unía para construir la famosa flotilla.

En el box de Jacarepaguá (Brasil), un McLaren/Honda se sometía a exhaustivos exámenes de comportamiento de caucho. Alain notó que Ayrton quería subirse a la máquina y le jugó una broma. No se bajó del monoplaza cuando había expirado su turno, mirando jocosamente cómo su coequiper echaba humo de ira...

La siguiente transcripción corresponde a un sucinto reportaje de la época, brindado por los pilotos de la escuadra británica.

PERIODISTA: Sabiendo que el potencial del que disponen hará encerrar la lucha por el título entre Uds. dos, ¿quién considera que se asegurará el certamen?

SENNA: ¡Yo!

PROST: ¡Yo, ja, ja!

SENNA: ¡No, no, sólo debe haber un ganador!


La temporada sería extensa y vibrante. En Suzuka (Japón), una victoria dio a Senna su primer campeonato. Prost le felicitaba en el podio; pese a acumular más unidades que su compañero (acreedor de mejores resultados), el francés debía conformarse con el sub.

Doce meses más tarde, otra vez en el Sol Naciente. La relación se había tornado harto tensa, luego de una disputa sin cuartel, un equipo dividido en dos bandos y hasta un supuesto acuerdo no cumplido en San Marino. Faltaba poco para el desenlace cuando los bólidos albirrojos N° 1 y N° 2 colisionaban al encarar la variante Casio. La chicana era uno de los pocos lugares de sobrepaso. Ayrton necesitaba ganar para nutrirse de chances de retener la corona; sin perder tiempo, persiguió a su coequiper-rival por todo el continente de Suzuka: intentó en la recta, en las curvas, en lo sinuoso. Sólo restaba aquel lugar... Las diferencias allí se reducían a cero. Senna arremetió por el flanco derecho de Prost cuando éste se disponía a doblar, el francés no cedió un milímetro y los autos frenaron su marcha en la vía de escape, como varados. Las emociones - entonces - traspasaban los cánones: "Quisiste meterte por dónde no se podía", refunfuñaba Alain, al paso que se desabrochaba el arnés, abandonaba el habitáculo, quitábase el casco y los guantes, para que los auxiliares hicieran la rutina, y para saborear él su nuevo primado. Ayrton optó por permanecer en la carlinga de su McLaren, a diferencia de Prost: "Me cerraste la puerta en el único sitio para adelantar", le recriminó. Pronto acaparó la atención de los operarios de pista, clamando por ayuda para que reencaminasen su máquina al ruedo. Con el morro en crisis, ingresó a pits y - en esa instancia - el mismísimo Alain deambulaba a la vera de la calle de boxes, rumbo al motorhome: "No lo puedo creer, no lo puedo creer", se repetía para sí el francés mientras contemplaba al coche de Ayrton que se dirigía urgido hacia los mecánicos del team para una pronta reparación. Después, historia conocida: ganó el paulista, pero fue descalificado; Prost se proclamó tricampeón, y mudó hacia Ferrari; Senna apeló en la Corte de la FISA, demandó a Jean-Marie Balestre, le quitaron y restituyeron la matrícula para manejar en la categoría, y decidió hacer justicia - al no ver resultados en su favor - por mano propia, en la primera curva del GP de Japón 1990...

En 1991, el brasileño tuvo uno de sus mejores años y el galo uno de sus peores. Las distintas realidades se vieron contrapuestas en alguna chicana de Hockenheim (Alemania) cuando Prost decía verse encerrado por Senna mientras ambos pujaban por terminar en los puntos: Alain bramaba porque una maniobra similar - de su autoría - le había costado alguna vez una punición de U$S 10.000... En Hungría, para evitar la Tercera Guerra Mundial, los hombres pusieron firma simbólica al Tratado de la Buena Voluntad. Pronunciaba Ayrton: "Por el bien del deporte, dejemos de lado las asperezas y empecemos una lucha limpia". El pacto se cerró con un apretón de manos con el francés. La relación mejoraría entonces, para el bien de todos...

Algunas palabras de más habían costado el puesto a Prost en Ferrari. El colmo era que había un contrato de 200 páginas que todo lo tenía previsto... El duelo renacería en 1993 con renovadas expectativas: Alain en Williams, Ayrton en McLaren. El último episodio de la contienda se desarrolló sin las hostilidades de otrora, como se había prometido en aquella jornada del Hungaroring. El certamen decantó en favor del francés, dueño de una mecánica impresionante. El paulista supo sacar diferencias en la lluvia (Interlagos, Donington), en su casa (Monte Carlo) y al cierre del ejercicio (Suzuka, Adelaida). Justamente, la última carrera que corrieran juntos sería en Australia, con victoria de Senna, seguido de Prost y Damon Hill (Williams). Hubo un abrazo en el podio. Atrás en el tiempo habían quedado los rencores. Alain, tetracampeón, se despedía del Circo.

La mentada dupla de ahí en más recuperó tiempo perdido y mejoró la comunicación. El brasileño - piloto Williams en 1994 - estableció diálogos asiduamente con el Profesor sobre el aspecto seguridad. El destino quiso que la reconciliación viniera antes de la competencia de San Marino. Cuentan que probando Ayrton en Ímola recibió por el intercomunicador la voz del galo, y con saudade le exclamó desde su cockpit: "Se te extraña por estos lares Alain...". "Con él murió gran parte de mi vida", confesaría a manera de responso Prost, tiempo después.

El respeto que muy adentro se guardaban - aun en los períodos bélicos - se plasma en algunos testimonios reveladores. Alain se refería a la particular pericia de Ayrton para con el motor Honda en las postrimerías de la década del '80: "Admiro la técnica de acelerador-ametralladora de Senna, la cual permite que la curva de revoluciones del turbo se mantenga en un ratio siempre óptimo". A fines de 1993, cuando la revista francesa L'Automobile realizaba un cuestionario entre pilotos, para que éstos seleccionasen los tres mejores volantes de la historia, Ayrton respondía: "En primer lugar nomino a Fangio, porque lo hecho por él nadie lo podrá igualar; después, en los '60 y '70 hubo fabulosos automovilistas, pero señalo en segundo lugar a Lauda por su fuerza de voluntad; y en tercer lugar postulo a Prost: por los títulos logrados merece estar allí". Queda para el folklore el resto de la historia...