RECUERDOS DE 1993
por Rafael Ligeiro*
São Paulo (BR), 16 Sep 2002
La primera mala nota, el primer amor, el primer trabajo, la primera tarjeta de crédito... Ciertamente pasamos la vida entera recordando nuestras "experiencias pioneras". ¿Y si el tema es la primera temporada de Fórmula 1? Ah... Esa experiencia, la gente nunca olvida. Aunque yo haya asistido a algunas carreras desde 1989, confieso que nunca había sido atraído por el deporte motor. Sinceramente, tampoco sé siquiera lo que me llevó a acompañar la Fórmula 1 desde 1993, cuando tenía apenas nueve años.
Comparado con el cuadro actual de pilotos, el de 1993 era mucho mejor. Ya desde un principio había dos multicampeones: Ayrton Senna (McLaren-Ford) y Alain Prost (Williams-Renault). También estaba Damon Hill, quien de vez en cuando incomodaba a Prost en Williams. En Benetton, la dupla era formada por el experimentado Riccardo Patrese y el alemán Michael Schumacher - por aquel entonces todavía un "fulano" más, pero extremadamente veloz. Ferrari estaba mal, mas el talento de Gerhard Berger y Jean Alesi amenizaba parte de la falta de competitividad de los autos de Maranello. En los equipos de mitad de pelotón, Ligier luchaba por buenos resultados en circuitos de alta velocidad gracias a la potencia del motor Renault. Los coches del team estaban en manos de dos ingleses: Martin Brundle y Mark Blundell. Otro piloto de la tierra de Elizabeth que solía "aparecer" en buenas posiciones era Johnny Herbert, de Lotus. La debutante Sauber contaba con los promisorios Jyrki Järvilehto y Karl Wendlinger. Por otra parte, Derek Warwick ayudaba a Footwork con toda su experiencia; mientras que en Jordan un joven narigón y bajito estrenaba en la Fórmula 1... En 1993, hasta Minardi tenía un buen piloto: Christian Fittipaldi.
Mi "lado hincha" luego apuntó hacia un piloto: Ayrton Senna. ¿Y por qué sería diferente? Un sujeto cautivante y piloto de talento casi único. De hecho, el tricampeón dominó las primeras cinco pruebas de la temporada. En Sudáfrica, terminó apenas detrás de Prost. En Brasil, victoria indiscutible. Senna pasó a los Williams punteros en la largada y sacó una buena ventaja cuando empezó a llover. En Donington Park, un momento mágico. No solamente por la victoria, sino también por el "zigzag" a los adversarios durante la primera vuelta, en una de las secuencias de sobrepasos más brillantes de la historia del automovilismo. En San Marino, el brasileño abandonó por problemas hidráulicos en su McLaren; pero en la carrera siguiente, en Mónaco, nueva victoria - en aquél, el triunfo más emocionante que yo siguiera del tricampeón.
En el resto del año, con todo, el gigante despertó. Williams tenía un coche muy superior en comparación con los demás, y ni que Senna hubiera sido mago habría malogrado aquel título de Prost. Ayrton volvió a ganar, al final de la temporada, en Suzuka y Adelaida, pero a esas pruebas ni asistí. Dormí.
De cualquier forma, estaba convencido. Me encantó "eso" de la Fórmula 1. Hasta ahora acumulé más de 140 pruebas y ensayos, 300 y tantas horas frente a la televisión siguiendo carreras - eso sin contar el Champ Car, que pasé a acompañar en 1994. Una pena que aquéllas hayan sido las últimas victorias de Ayrton. Una pena que haya sido el único año en que pude verlo en las pistas.
* traducida por Maximiliano Catania/FUNO
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